Mauro Zúñiga Araúz

                                               PROLOGO

                                          DANIEL ESTULIN *

Para muchos, la palabra “fascista” tiene una connotación genéricamente peyorativa, un epíteto que expresa un juicio moral más que una descripción. Nos hemos acostumbrado tanto a usarla en ese contexto que ni siquiera paramos en pensar en ello. Pero deberíamos, porque el término “fascista” en ese sentido fue acuñado específicamente por el revolucionario Leon Trotsky para identificar a todos sus rivales, Stalin incluido, con Hitler y Mussolini - y con la “derecha”. Uno de los privilegios de la realeza es que no tiene que ser sutil.  Todo poder político es ante todo una ilusión. Por muy hábil o brillante que sea uno en su ejercicio, al fin y al cabo,  la política es una labor pasiva. El arte del humo y espejo no es fraudulento. Más bien, es como la vida misma: en política, la vida se concentra en un número reducido de personas que pasan un breve periodo de tiempo en un círculo con un radio limitado.  Enterarse de lo que pasa de verdad en el mundo suele suceder sólo mucho después de que haya ocurrido.  Si bien porque tantos departamentos del gobierno operan bajo un sigilo legalizado o porque la difusión de noticias es un negocio o porque los ciudadanos tiene bastante con conseguir llegar al mes; el caso es que sólo se ve la magnitud de ciertas catástrofes como la guerra, averías tecnológicas, apagones y ruina económica a todo pasado, cuando los restos ya están derramados por el campo.  Por eso, el nuevo libro de Mauro Zúñiga Araúz es una lectura imprescindible.  Nos ayuda a entender los entresijos del poder, su filosofía, la psicología de sus acciones, ampliamente documentado e investigado. Su obra es una maravilla, escrita por un ser humano que tiene bien claro la dirección de su brújula moral.  Si la democracia es el gobierno del pueblo, entonces, las agendas secretas gubernamentales y las siniestras camarillas de tráfico de influencias son incompatibles con la democracia.   El pueblo no puede decidir sobre algo que desconoce o que le es ocultado.  La sola idea de unas esferas clandestinas de influencia dentro del gobierno que promueven campañas secretas es, por lo tanto, ajena al concepto de democracia y debe ser combatida con celosa determinación, a no ser que queramos repetir los errores nefastos de un no tan lejano pasado.  La diversidad cultural no es tan solo un sello de calidad que señala el progreso de la humanidad, sino también una póliza de seguros contra la extinción de la especie. Hasta que podamos transportar a la Humanidad a la Edad de la Razón, la historia, en realidad, va adquiriendo forma, no por la voluntad de las masas humanas, sino por un puñado de aquellos que, para bien o para mal, dirigen el destino de toda la humanidad como manada de vacas de pasto en pasto y, en ocasiones, también al matadero.

 

*Autor de los best seller sobre el Club de Bilderberg

La Coordinadora Civilista Nacional, conocida por las siglas COCINA, fue un movimiento pacífico dirigido por los sectores medios, que se llevó a cabo en la República de Panamá, desde noviembre de 1984 a noviembre de 1985. Muy poco se conoce del mismo, a pesar de ser el primer movimiento masivo contra la dictadura militar de Manuel Antonio Noriega.

Por una serie de casualidades a mí me tocó dirigirlo. Inmediatamente después de las grandes movilizaciones y una vez finalizado el paro, me dediqué a recopilar la información y a imprimir mis impresiones, pero a la hora de escribir estos acontecimientos me vi obligado a visitar la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional para revisar los diarios de la época y en especial La Prensa, que era el único que daba cabida a las voces disidentes. De igual manera, toda la información estadística procede de cifras oficiales, tanto nacionales (El ministerio de Economía y Finanzas, la Contraloría e investigadores independientes), como de fuentes internacionales: (la CEPAL y el Banco Mundial). Los datos que aparecen en el capítulo II, mas no su interpretación fueron recogidos de la historiografía nacional.

He preferido escribirlo en tercera persona. Siento que de esa manera se le da más objetividad al documento, por cuanto que yo me incorporo como parte de los dirigentes.

Me gusta saldar mis deudas y, sobre todo, si son de naturaleza moral. Hay un gran vacío en la historia oficial panameña de lo que verdaderamente ocurrió durante los 21 años de Dictadura Militar. La Coordinadora Civilista Nacional fue un movimiento determinante en la lucha por la democracia y la civilidad. Muchos jóvenes menores de 30 años ignoran su existencia. El atento estudio de ese movimiento nos señala que no fue coyuntural. Que todos los antecedentes, como se pretende plasmar en este ensayo, llenaron de agua el barril. Sólo faltaba un litro más, que lo entregó el Presidente de Panamá, Sr. Nicolás Ardito Barletta y que aprobó la Asamblea Legislativa como Ley 46 de 15 de noviembre de 1984, conocida como la ley de Servicios.

Con este escrito saldo mi deuda y les entrego a los panameños un documento que los debe animar a sentirse orgullosos de su Ser Nacional.

Es probable que no se hayan plasmado algunos detalles de variable significación, pero resulta imposible recoger los testimonios de las miles de personas que participaron.

Esta página de nuestra historia republicana debe ser leída y estudiada.